Cuando todos queremos algo siempre habrá alguien que se oponga.
SANTIDAD:
-Lugar o cosa guardada o pura.
PECADO:
-Errar en el blanco, ofensa, falta, descarriar, pervertir.
Todos tenemos un llamado a la santidad, pero a todos nos cuesta santificarnos.
1a. Pedro 1:14 al 16 “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”
La palabra de Dios dice que tenemos que ser santos en nuestra forma de vivir. El pecado triunfa sobre la santidad cuando nos alejamos de Dios y dejamos de buscar su presencia y su Palabra.
En 2a. de Samuel 11, vemos el caso del Rey David, el dulce cantor de Israel. En este caso, nos damos cuenta que cuando no hacemos lo que debemos hacer, el pecado nos vence. David fue vencido por el pecado porque tuvo problemas con sus ojos… se dejó llevar por la tentación y heredó la vana manera de vivir de sus padres. Pero David no estaba en donde tenía que estar.
Al leer el Salmo 51, vemos que la fuerza de la santidad vence a la fuerza del pecado. Además, en este Salmo podemos observar algunas de las cosas que hizo David en su lucha de santidad contra el pecado:
1) Clamó por piedad, misericordia y compasión.
2) Lavar la maldad y limpiar el pecado.
3) Reconoció sus transgresiones, pecados e iniquidades.
4) Rompió la herencia ancestral.
5) Tuvo intimidad con Dios.
6) Recibió un corazón limpio y un espíritu recto.
A Dios no sólo le interesa que no nos metamos en problemas, El quiere que seamos felices… Es por eso que en Romanos 12:1-2 encontramos “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”